domingo, 23 de mayo de 2010

Vertiginosa ciencia

“Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad”, reza la divertida zarzuela La verbena de la paloma, y qué razón tenía. Y eso que estamos hablando de palabras escritas a finales del siglo diecinueve, es decir, hace más de cien años. Si tuviéramos que describir el avance de la ciencia a día de hoy nos faltaría vocablos para hacernos eco de la grandiosidad de dichas innovaciones. Y esto no cesa, seguro que nadie duda que dentro de un lustro nos dejarán con la boca abierta con asombrosas, impensables y espectaculares novedades. Nadie, como yo, nacido hace tres décadas pensó en su infancia que a través de un ordenador podría comunicarse con todo el planeta, o que podríamos hablar por teléfono con cualquiera sin estar apalancado al lado de nuestra toma de teléfono. Por no hablar de poder transportar discografías íntegras de nuestros ídolos musicales en envases de escasos centímetros, acostumbrados antaño a los engorrosos aunque entrañables vinilos.


¿Y cómo voy yo, hombre de ciencias donde los haya, a quejarme o a difamar acerca de estas maravillas de la tecnología? No vamos a negar que, como todo en esta vida, tienen su lado oscuro, su parte negativa cuando el uso que se hace de ellas no es el adecuado. En cualquier caso no es mi objetivo hoy entrar en el correcto o erróneo uso que se haga de estos avances. Mi queja va referida a la ausencia de inventos aún por inventar que se me antojan mucho más necesarios que muchos de los prescindibles aparatos actuales. Especialmente porque me cuesta creer que cabezas humanas tan fructíferas y prolíficas no orienten sus esfuerzos a causas más solidarias.


Dudo ser la única persona que esté convencida de que si se han podido crear máquinas tan extravagantes y asombrosas como las que vemos día sí, día también en la calle, se deberían haber fabricado, por ejemplo, medios de transporte con índices de contaminación nulos. Bien es verdad que cada cierto periodo de tiempo oímos hablar de coches eléctricos o que son capaces de llevarte de Valencia a Bilbao con medio litro de agua, pero la realidad es que tanto tu coche, amable lector, como el mío, no funcionan sin una generosa carga de combustibles siempre derivados del petróleo, y muy posiblemente los coches de tus hijos y los míos sigan el mismo mecanismo. También da que pensar que queden tantas importantes enfermedades sin que nadie haya logrado idear una vacuna efectiva ante ellas. Por no hablar de soluciones convincentes para los serios problemas que pueden tener personas con las más diversas discapacidades.


La respuesta a estas innumerables preguntas acerca del enfoque de los avances científicos la tiene, como siempre, el poderoso caballero don dinero. Por un lado, qué les voy a descubrir, las grandes empresas subvencionan los proyectos que a la postre conocen que todos los individuos empeñados en ir a la moda o en no ser menos que su vecino comprarán, usarán y recomendarán. Esos miles de euros que les pueda suponer la inversión para la nueva creación se transformarán en millones cuando el producto esté en todos los escaparates y la gente se pelee por tener el último modelo. Las ganancias serán descomunales, muy superiores a las que obtendrían financiando cualquier tipo de estudio sobre formas de mejorar nuestro medio ambiente o esas cosas tan bonitas para los cuentos infantiles pero tan poco productivas para ellas.


Pero aún hay más. En determinados casos es la poderosa empresa quien, después de que un científico loco se haya pasado media vida buscando soluciones contra el deterioro de nuestro entorno, se encargue de que ese proyecto no vea la luz, al menos de momento. O si no, díganme ustedes qué sería de las grandes empresas petroleras si de la noche a la mañana apareciera un nuevo modelo de automóvil que funcionara con agua del grifo. Tonto sería quien, por el mismo precio, se comprara un coche actual antes que este nuevo modelo, con el que ahorraríamos, a día de hoy, en el tiempo medio de vida de un vehículo, el importe necesario para comprar uno nuevo. Para evitar esto ya se encargan estas empresas de comprar los derechos de cada uno de estos proyectos. Mientras el petróleo no se extinga definitivamente, nunca verán la luz.


Por eso es mi firme deseo que la ciencia siga haciendo acto de presencia en nuestras vidas, siga dando pasos de gigante, pero que lo haga en todas sus direcciones, no solamente en aquellas aptas para el negocio. Porque, créanme, de buen seguro que con las grandes capacidades que han originado tal cantidad de inventos deberían aparecer otros tantos que este mundo necesita que salgan a relucir y no queden ocultos en las tenebrosas mazmorras de don dinero.

1 comentario:

  1. Estoy de acuerdo contigo. No entiendo cómo son capaces de crear un móvil que se incorpora en las muelas y aún no hayan sacado a la venta coches ecológicos. Sólo hay que ver cómo están las grandes ciudades... ups, es verdad, no se pueden ver, la gran capa de contaminación que sobrevuela sobre ellas impide que podamos ver si aún hay vida bajo esa negra y asfixiante nube.

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