miércoles, 13 de enero de 2016

Agradecimientos


Sabe perfectamente tanto el fiel navegante que sigue este blog desde su inauguración como el estrenado lector recién subido a bordo que este cuaderno de bitácora es, como ha sido definido eventualmente, un blog de autor, esto es, un mero rincón que permite a este humilde aprendiz de escritor divagar sobre los temas más variopintos sin ninguna pretensión en cuanto al número de lectores o visitantes. No obstante, y ya que lo cortés no quita lo valiente, este hecho no implica que el comandante de esta nave no reciba un empujoncito en su autoestima si se percata de que alguna de sus entradas o de sus disquisiciones recibe algún agradable comentario o un número importante de visitas.

Es por eso que, cada vez que un servidor accede al menú de este sencillo blog, me es inevitable cotejar el número de curiosos lectores que danza entre mis párrafos en los últimos días. Ese valor suele ser tan pírrico que mi sentido de la decencia me impide exponer ese dato, aunque para que el amable lector se haga una idea anotaré que ese valor rara vez supera las tres cifras… en lenguaje binario (pequeño chiste que entenderá sin problema aquel con ciertos conocimientos matemático-informáticos). Pues bien, el caso es que hace unas semanas me tuve que frotar los ojos para cerciorarme de que ese índice de visualizaciones se había multiplicado por cinco o por seis en ciertos días puntuales. Hecho completamente insólito en la corta historia de esta web.

La primera justificación que anidó en mi mente fue la posibilidad de que el azar hubiera querido que introdujera en algún artículo ciertos polisémicas vocablos con alguna connotación de rabiosa actualidad pero alejada por completo de su contextualización en el ensayo. Por ejemplo, quizá hubiera tecleado la primera persona del plural del presente de indicativo del verbo poder en plena campaña electoral. Pero no, la explicación era más sencilla y satisfactoria para quien les escribe. Aquellas visitas no habían llegado guiadas por el caprichoso azar, sino por su libre albedrío, y no eran ni más ni menos que varios de mis alumnos.

Como se ha expresado arriba, el placer de saberse leído no se corresponde con el escaso interés que pongo en publicitar el blog, ya que esta propagación se limita a incluir en la firma de mi correo electrónico, junto a la cita de Woody Allen de turno, una sugerencia, aunque en imperativo, de visita virtual por este rincón. Prácticamente olvidado de este hecho, otorgué a mis alumnos mi dirección electrónica para cualquier eventual duda, comentario, sugerencia, petición o soborno. Más de uno aceptó este ofrecimiento y fue así como la dirección de este mi hogar virtual llegó a sus manos. Y lo agradable del asunto es que no solamente llegaron a este rincón, sino que muchos de ellos se quedaron y, cuando los malditos profesores les dejamos algún escaso hueco sin deberes ni exámenes, se complacen en leer alguno de mis desvaríos pasados.

Puro peloteo, estará suponiendo el ávido lector que sigue a rajatabla aquello de “piensa mal y acertarás”. No juraría lo contrario, pero mi tendencia es a pensar que no es así, ya que muchos de ellos no confesaron haberme leído hasta que otros lo hicieron previamente. Supongo que si yo, en un desesperado intento por engatusar a alguien del cual espero un trato favorecedor, quisiera alagar sus escritos, buscaría la forma de que lo supiera sin necesidad de esperar a introducir un mero “yo también” tras el reconocimiento de otro compañero. Así pues, y recordando aquellos versos de Víctor Manuel en que decía “si alguien nos dice te quiero, aunque sea mentira se debe creer”, su humilde servidor se queda más a gusto que un arbusto creyéndose que realmente sus entradas gustan a un pequeño grupo de adolescentes deseosos de conocimiento o, quién sabe, de controlar un poco mejor las ideas de aquel que intenta enseñarles algo de matemáticas.
En definitiva, solamente me resta lo que el título de esta entrada indica, esto es, agradecer sinceramente a estos mis noveles tripulantes su interés y su apoyo, el cual he querido corresponder dedicándoles estos sinceros párrafos. Supongo que ellos hubieran preferido el agradecimiento en forma de algún punto extra en alguno de los exámenes que aún compartiremos, pero ya que mi honradez profesional y mi intacto sentido de la moral me lo impiden, se tendrán que conformar con mi promesa de un trato lo más justo posible y de mi máximo cariño cuando sea el momento de corregir sus sufridas pruebas.

3 comentarios:

  1. No eran necesarios los agradecimientos. Espero con ansias una nueva publicación :)

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  2. Nos sorprendes cada día más!Gracias a ti.

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  3. Nunca me pierdo tus blogs, gracias por tu sabiduría y tu dialecta, un abrazo Odiseo
























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