Buscando un blogger amateur como yo una forma barata y cómoda de promocionar su humilde rincón en la red recurre inicialmente al ámbito familiar. Ése fue mi caso. Hace ya dos meses que nació este cuaderno de bitácora y, cual padre orgulloso de su recién nacido, fui a mostrar a mis familiares más informatizados mi creación. He de admitir que la recepción de mis ilusionados ensayos fue anímicamente correcta, que para eso está la familia, salvo por parte de mi hermano. No en vano, hace apenas una semana surgió de la nada el tema durante una conversación fraternal, durante la cual recibí la siguiente intencionada puñalada verbal por parte de mi pariente: “¡Macho, mira que lo he intentado varias veces pero no consigo terminar de leer ninguna de las entradas de tu blog!”. El curioso motivo alegado fue la supuesta dificultad de mi lenguaje, las complejas estructuras que, según él, abundan entre estas líneas. Mi propósito del día es lograr que mi querido compañero de padres sea capaz de leer al menos una, sólo una entrada de este sufrido blog.
No te alarmes, hermano, que si escapa de mis manos algún vocablo que pueda suponerte cierta complejidad te anotaré inmediatamente su significado para ahorrarte la aconsejable molestia de hojear un diccionario. Por otra parte, he de admitir que tu comentario me deja ciertamente atónito (= pasmado o espantado de un objeto o suceso raro), pues tú, al igual que quien te habla, eres un admirador ferviente (= que hierve) de las poesías urbanas de ese maestro de la palabra que es Joaquín Sabina. Además, sinceramente, aunque uno intenta exprimir su destreza (= habilidad, arte) hasta que sus neuronas se lo consienten, creo que mis textos nunca estarán a la altura de, por ejemplificar, don Gabriel García Márquez. En cualquier caso, te envío desde estos párrafos un consejo tan práctico como poco original, y es que te aficiones al noble arte de la lectura. De buen seguro que cuando tus ojos se adapten a giros y metáforas diabólicas, seguir estas palabras te resultará de lo más viable (= que, por sus circunstancias, tiene probabilidades de poderse llevar a cabo). Si requieres (= necesitas) consejo, eres buen conocedor de que en tu propia familia, que es la mía, existen buenos lectores que te podrían orientar por el camino del buen hacer.
¡Ánimo, hermano, que ya llevas la mitad del todo! Realmente no me quedan excesivos asuntos por tratar. Eso sí, es mi deseo dejar constancia a todos mis fieles navegantes y bucaneros (= piratas de los siglos XVII y XVIII) que no es mi dedicado del día un sujeto inculto. Puedo jactarme (= alabarme presuntuosamente = alabarme con demasiada confianza) sin temor a errar de tener una familia de un nivel racional más que aceptable. Simplemente la divergencia (= diferencia) entre nosotros es de estilos. Si bien Odiseo se considera más clásico, más aficionado a culturizarse a través de la lectura de obras inmortales o la visualización de filmes (= películas) que perduran en la memoria, la otra mitad de la descendencia familiar tiene tendencia a basar sus conocimientos en cuestiones más populares, a través de la lectura de noticias, comentarios de la calle y otras ramas que, sin menospreciar, no eximen (= libran de obligaciones) de la otra rama de la cultura.
Bien, si has conseguido alcanzar este último párrafo prácticamente se puede dar por hecho que conseguí culminar con triunfo mi meta. ¿A que no ha resultado tan virulento (= maligno, ocasionado por un virus)? Ahora te animo con mis extenuadas (= debilitadas) fuerzas a que eventualmente (= incierta o casualmente) visites mi hogar virtual que, si bien aún es diminuto y frágil, promete desarrollarse y crecer cual tetraclinis articulata (ésta no te la digo), y espero que compartas esa evolución y seas parte activa en ella. Y aunque no debes acostumbrarte a estas definiciones entre líneas, te aseguro que si te enganchas a mi aventura, en breve tiempo te serán totalmente redundantes (= que sobran en un determinado contexto) ¡Nos vemos, mi fiel navegante!