martes, 19 de enero de 2010

Presentación

Me considero un escritor frustrado. Es innegable. Ni tengo talento, ni tengo imaginación, ni tengo paciencia. Soy de números, qué le vamos a hacer. En cualquier caso, como lo cortés no quita lo valiente, sí que siento eventualmente fuertes deseos de acomodarme cara a cara con mi maltratado ordenador y plasmar con mi limitado vocabulario las pocas ideas que muy raramente se dejan ver por mi cabeza. Nunca he escrito nada serio, todo sea dicho, solamente pequeños relatos para uso casi personal, pero ahora me siento animado a practicar mi estilo literario aunque únicamente sea a base de pequeños artículos virtuales expuestos, o, como se dice en la jerga, colgados en este humilde blog que nace con la única intención de servir de escaparate para plasmar mis modestas ideas, inquietudes o, simplemente, curiosidades.


Mi nombre virtual será desde este instante Odiseo, en honor a aquel de quien desgraciadamente recordamos solamente su nombre latino: Ulises. Como él, también pretendo viajar por diversos mundos imaginarios, solo o en compañía, enfrentándome sin temor a cíclopes y lotófagos o disfrutando de la cálida compañía de Calipso o del encantador cántico de las sirenas. Quizá mi particular odisea literaria se originó cercano yo a la mayoría de edad. Hasta entonces solía escribir todo tipo de trabajos para las diversas asignaturas que intentaban ampliar mi cultura, pero jamás me planteé juzgar esos escritos desde un punto de vista novelístico. A escasos meses de comenzar mi periplo universitario, finalizando la secundaria, fui seleccionado durante una clase para leer, en voz alta y ante una veintena de compañeros, un breve comentario de texto sobre un artículo de cuyo autor no logro acordarme. Tras finalizar mis breves momentos de gloria quedé a la expectativa de la crítica de mi profesor de lengua española. Unos eternos segundos de silencio precedieron a un gesto, entre asintiendo y negando, de mi educador y a sus alentadoras palabras: “Señor Odiseo, vamos a tener que sacarle a leer más a menudo”. Los mismos puntos de autoestima que subieron tras estos vocablos bajaron de nuevo tras oír la continuación de la frase: “pues tiene usted una voz realmente bonita”. ¿Ya? ¿Eso era todo? Ni un solo comentario a mi ídem, aunque fuera alguna piadosa crítica constructiva. Nada. Supongo que me dio por caso perdido. “Bueno”, pensé, “al menos quizá tenga futuro como cantante con mi bonita voz”. Pero no era eso en lo que yo pensaba en ese momento. Quizá mi problema estuviera en la motivación. Al igual que sucede con el célebre compositor, creado por Les Luthiers, Johann Sebastian Mastropiero, siempre que componía por encargo hacía obras mediocres, vacías, insulsas. En cambio, cuando solamente obedecía a su inspiración, jamás escribió una nota.


Bromas aparte, si bien comparto la opinión de mi antiguo maestro de que mi futuro no está en las letras (no en vano me dedico profesionalmente a otro arte, tanto o más respetable aún, que son las matemáticas), no puedo ni quiero dejar de intentar convertirme, aunque amateur, en un pequeño escritor.


Bienvenido a mi odisea y espero que me acompañes durante los días, semanas, meses o años que mi inspiración siga en funcionamiento y me permita transmitiros mis opiniones, críticas, inquietudes, curiosidades o simples anécdotas sin más pretensiones que disfrutar escribiendo y darte la oportunidad de leerme. ¡Ítaca, allá vamos!

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